Aldcroft, Derek
HISTORIA DE LA ECONOMÍA EUROPEA ,
1914-1980
CAPÍTULO 3 CRISIS ECONÓMICA Y RECUPERACIÓN (1929-1939)
Europa bajo la
depresión
A lo largo de 1929 y 1930, pocas
personas se percataron de que el mundo estaba a punto de experimentar una de las
peores depresiones de la historia. Sin embargo, a mediados de 1932, después de
un fuerte declive y de una severa crisis financiera en Europa y en EE.UU. nadie
dudaba de la gravedad de la situación. Todos los países sufrieron declives
sustanciales tanto en la producción como en el producto interior, siendo la URSS la principal excepción,
aislada en aquella época de los estragos del sistema capitalista moderno. Los
precios de las mercancías, los precios de los valores, las exportaciones y las
importaciones cayeron en picada, mientras que el desempleo aumentaba hasta
niveles alarmantes.
Orígenes de la
depresión de 1929
La
depresión de 1929-30 se produjo como una secuencia lógica en el tiempo, sobre
la base de la historia de los ciclos económicos del pasado, y algunas de sus
características se habían reflejado en depresiones anteriores. La cuestión es,
por tanto, si podríamos considerarla simplemente como otra contracción en la
secuencia o si fue única en sí misma y requiere ser explicada en términos especiales.
Dada la combinación de duración, intensidad y alcance ampliamente mundial, la
crisis del '20 debe considerarse como un caso especial. Las repercusiones de la Primera Guerra
originaron desajustes y elementos de inestabilidad en la economía mundial, pero
el punto de inflexión del ciclo no puede atribuirse directamente a la guerra en
sí misma. Los orígenes reales de la depresión deben buscarse en los EE.UU.:,
quien provocó dos fuertes tensiones en el sistema económico mundial en una
época en que éste era más vulnerable y por lo tanto menos capaz de resistirlas.
La sacudida inicial vino con la reducción del préstamo exterior en 1928-29 y la
segunda con el punto máximo del auge americano en el verano del '29.
La primera
sacudida tuvo serias repercusiones para los países deudores, los EE.UU. y
Francia fueron, en gran manera, responsables del bloqueo inicial del préstamo
extranjero. El préstamo francés fue el primero en disminuir (1927/28) aunque en
magnitud absoluta fue superado por la reducción norteamericana del año
siguiente. La principal influencia desestabilizadora vino con el hundimiento
del préstamo norteamericano. que ejerció un poderoso impacto deflacionista en
la economía mundial. La situación de los países deudores se deterioró
fuertemente, experimentando una gran caída en sus entradas de capital neto, ya
que la mayoría dependían de las importaciones de capital para cerrar la brecha
de su balanza de pagos. De allí que al descender los capitales, su único camino
para ajustar sus cuentas exteriores fuera echar mano a sus limitadas reservas
de oro y divisas para amortiguar el impacto. Cuando éstas estuvieron exhaustas
se hicieron necesarias medidas más drásticas, implicando deflación interior y
restricciones. protectoras.
La segunda
sacudida vino en el verano de 1929, cuando el auge norteamericano se agotó. Las
razones del retroceso de la actividad son todavía objeto de debate, aunque
parece muy probable que fuera en parte una reacción a la febril expansión de
los años '20. La depresión norteamericana de la actividad económica fue
acompañada por una reducción adicional del préstamo extranjero y una fuerte
contracción de la demanda de importaciones, consecuencia de las cuales fue una
gran reducción del flujo de dólares hacia Europa y el resto del mundo. Dada la
gravedad de la depresión norteamericana y las repercusiones que ésta tuvo en el
préstamo exterior y en la demanda de importaciones de los EE.UU., los efectos
multiplicadores tenían que ser grandes. Además, el hecho de que la depresión
cíclica se produjera con el telón de fondo de una deflación estructural y un
desequilibrio internacional, lleva a intensificar el proceso. Las políticas
gubernamentales equívocas también ayudaron a agravar la espiral deflacionista.
Las restricciones monetarias y fiscales, los aranceles y las medidas
proteccionistas sencillamente empeoraron las cosas.
Depresión creciente y
crisis financiera
A mediados
de 1930 la mayoría de los países estaba sumergida en la depresión. A lo largo
de la segunda mitad de 1930 y 1931, las condiciones económicas se empeoraron: a
medida que las rentas iban bajando, los presupuestos nacionales y cuentas
exteriores se fueron desequilibrando y la primera reacción de los gobiernos fue
introducir políticas deflacionistas que sólo agravaron las cosas. Era escasa la
ayuda disponible de los países acreedores. Los principales países con
superávit, EE.UU. y Francia, no lograron disponer de fondos suficientes para
las naciones deudoras. La crisis financiera europea se reflejó en una virtual
interrupción del préstamo y en un
intento por parte de los acreedores de exigir el reembolso de los préstamos
anteriores. Bajo estas presiones, los países deudores fueron obligados a
perseguir políticas deflacionistas y/o a repudiar sus obligaciones
internacionales, que, estando nominadas en términos de oro, se habían
convertido en mucho más que onerosas. La creciente demanda de liquidez en 1930
y 1931, por parte de los acreedores extranjeros, en una época en que las
instituciones financieras europeas estaban sobrecargadas en sus compromisos con
las industrias deprimidas, llevó a una serie de quiebras bancarias en toda
Europa. El pánico financiero de 1931 puede considerarse como una crisis típica
de confianza. Una vez que se hundió la confianza en las instituciones monetarias
de los países deudores, la demanda de liquidez aumentó fuertemente y la única
perspectiva de salvación descansó en una operación de salvamento coordinada por
los países acreedores. Cuando esto no se pudo materializar, la desintegración
del sistema monetario internacional era un resultado inevitable.
Consecuencias de la
crisis
A medida
que el pánico se difundía, se tomaron rápidamente medidas de defensa económica
nacional y éstas dañaron aún más la actividad económica y las relaciones
económicas internacionales. La producción descendió aún más; los países de
producción primaria se vieron afectados por la caída de los precios de sus
productos, cuyo efecto les redujo la renta hasta en un 50%. El sector más
afectado de la economía mundial fue el del comercio internacional. Tal vez más
grave que el hundimiento de la actividad económica fue la desorganización y
destrucción parcial de la delicada maquinaria de la economía y de la
cooperación financiera. En efecto, la depresión y la crisis financiera destruyeron
el antiguo mecanismo económico internacional. La mayoría de los países
abandonaron el patrón oro y devaluaron sus monedas. Entonces para proteger las
economías nacionales de las influencias externas se empleó una batería de
restricciones proteccionistas, incluyendo aranceles, cuotas de importación,
controles de cambio y mecanismos especiales para suprimir las fluctuaciones de
los cambios. La manifestación más notable del declive del viejo orden fue el
abandono general del patrón oro, produciéndole a los países que lo desecharon
algunos beneficios como un alivio a las presiones deflacionistas y un impulso a
las exportaciones, así como una notable reducción de la deuda debido a que la
misma se mantenía en monedas que se habían depreciado. Los tipos de cambio
fluctuantes, los movimientos de capitales especulativos no económicos, la
depreciación competitiva de la moneda y las medidas restrictivas junto con las
presiones deflacionistas, crisis bancarias y controles de cambio rígidos,
crearon una situación profundamente inestable. A mediados de 1932, el pánico
financiero llevó a una casi paralización completa de los movimientos del
capital e hizo mucho para restringir el servicio de la deuda existente,
llevando a muchos países a anular deudas y suspender los pagos de intereses por
la misma. La economía internacional estaba muy destrozada después de tres años
de depresión y crisis. La actividad económica estaba en todas partes muy
decaída, el capital y el trabajo estaban seriamente subempleados, la inversión era
irrelevante y el comercio internacional gravemente herido.
El alcance de la
recuperación
El ritmo de
la recuperación fue lento y vacilante. A pesar de varios años de crecimiento,
al final de la década del '30 la recuperación era parcialmente completa. La
mayoría de los países todavía tenían niveles de desempleo muy altos, mientras
que el sector agrario actuaba como un obstáculo en los países de Europa
Oriental. Así como el grado de recuperación varió de un país a otro, así
también lo hicieron la fuerzas que lo promovían. La diversidad de factores
implicados dificulta la generalización sobre las fuerzas desencadenantes. A
nivel general, lo primero que puede decirse es que la recuperación no le debe
nada a la acción internacional. Los intentos internacionales para proporcionar
una solución fueron raros y no tuvieron éxito.
Otro factor
común a todos los países fue el aumento de la participación del gobierno en la
economía. La atención se concentró en reforzar y proteger a los productores
establecidos y a las industrias de los productos más importantes que estaban en
declive, pero las medidas fiscales expansionistas brillaron por su ausencia. Se
puede decir que en la mayoría de los países
la recuperación tuvo lugar más allá y a pesar de las políticas internas.
En general, por lo tanto, fueron las fuerzas reales más que las medidas
políticas los instrumentos que produjeron la recuperación, en el mercado
interior más que en el de exportación.
La recuperación en
los países industrializados
A
continuación se analizará la recuperación a través de la experiencia en cinco
países en particular. Gran Bretaña experimentó un crecimiento completamente
vigoroso basado ampliamente en el mercado interior, con una política
gubernamental que contribuyó muy poco en la recuperación. Su política fue
notablemente ortodoxa, se depositó confianza en medidas indirectas tales como
el dinero barato, protección y otros controles de comercio, y los planes de
reconstrucción industrial se orientaron a apoyar a las viejas industrias de productos
importantes. La política exterior fue notable puesto que se desvinculó del
liberalismo tradicional. En general, la política gubernamental tuvo sólo una
influencia marginal en la recuperación económica, el mercado interno
proporcionó la principal base para ella; actuaron fuerzas reales importantes,
es decir, una demanda efectiva creciente llevó a un fuerte crecimiento de la
construcción y de la industrias de consumo duradero.
Francia
aplicó una política gubernamental que la llevó al desastre, puesto que llevó a
su economía al estancamiento. Francia se encontraba en una posición
suficientemente fuerte como para mantener el patrón oro y su temor de las
consecuencias inflacionistas hacía que fuese improbable que se lo abandonara de
buena gana. Esta línea de acción tuvo consecuencias desafortunadas, porque para
mantener los costes y precios franceses de acuerdo con los niveles mundiales
fue necesario recurrir a una fuerte deflación: los salarios decrecieron, los
precios cayeron y los gastos del gobierno tuvieron una fuerte reducción;
mientras que, la producción y el empleo seguían disminuyendo. El mantenimiento
del patrón oro en una época de devaluación general significó que el ajuste se
llevara sobre la economía interior. A pesar que luego se cambiaran éstas
medidas, el aumento de la escasez de trabajo, el mantenimiento de la
desconfianza ante el franco y la continuación de la recesión internacional,
llevaron a un nuevo estancamiento a fines de 1937.
Suecia
evitó los errores de muchos otros países, ya que no recurrió a medidas extremas
de proteccionismo ni siguió la vía de la deflación. El gobierno intentó
restaurar por etapas su gasto público, a fin de compensar las fluctuaciones de
la actividad económica. El país tuvo también la suerte de haber experimentado
un fuerte crecimiento y un rápido cambio estructural en los años '20, con
abundancia de potencial disponible, y también se benefició del hecho de que la
depresión la sufrió mucho más tarde que otros países. Su política económica fue
impresionante y ejemplar. Suecia fue el primer país en conocer y experimentar
una política fiscal anticíclica.
Alemania,
su economía tuvo dos características únicas en los '30 : la fuerza de su
recuperación y el grado de intervención del Estado en los asuntos económicos.
Aunque fue la que más padeció la depresión, llevó a cabo una de las
recuperaciones más sólidas. La producción aumentó mientras que el paro era
eliminado. Después de la toma nazi del poder en 1933, la economía fue
regularmente transformada en un prototipo de control rígido y se convirtió, en
la última parte del período, en una economía dominada por los motivos bélicos.
El sistema nazi era una combinación del capitalismo con una economía muy
planificada. La propiedad privada no era expropiada, pero la economía era
fuertemente orientada desde el gobierno, ejerciendo además, un fuerte control
sobre el comercio y los pagos. Al principio la economía pretendía atacar el
problema del desempleo pero una política relacionada con el rearme condujo
inevitablemente a un aumento del gasto público frente al gasto privado y de
consumo. Más allá de los costes sociales el sistema alemán tuvo éxito en la
recuperación de la depresión, eliminó el paro y su marca en el producto
agregado fue impresionante.
Austria
durante los años '20 había tenido muchos problemas y antes de que pudiera
recuperarse del todo, se sumergió en la depresión. Por lo tanto la situación
económica del país era extremadamente seria en 1932. El sistema monetario se
había desintegrado a consecuencia de la ola de quiebras bancarias y el gobierno
tenía un grave problema fiscal. Por lo tanto Austria tuvo un escaso margen de
maniobra en la década del '30; nunca le fue posible llevar adelante un amplio
programa de gasto estatal para estimular la economía y las fuerzas reales
distaron de ser sólidas. En consecuencia, la recuperación fue débil y errática,
no es sorprendente que Austria sucumbiese ante el dominio político y económico
alemán.
Estancamiento en
Europa Oriental
Aparte de
Rusia que, aislada del mundo occidental, en la década del '30 avanzaba
económicamente bajo el estímulo de los planes estatales, los países del este
europeo tuvieron una actuación más bien accidentada y avanzaron poco por el
camino hacia la eliminación de la brecha en los niveles de renta, comparados
con el oeste. Ninguno de los países tenía una estructura económica sana.
Dependían fuertemente de la agricultura, que comparada con la del oeste estaba
mal organizada y era ineficiente: demasiadas pequeñas explotaciones , capital
limitado y baja productividad. Durante la crisis económica, los precios de los
productos primarios se hundieron. Este hundimiento de las rentas estuvo a punto
de ser desastroso, dado el ya gran endeudamiento del sector agrícola; la carga
de la deuda aumentó proporcionalmente a la renta y la desgracia se agravó por
el hecho de que los precios agrícolas cayeron más deprisa que los productos
industriales adquiridos por el campesino. Así en 1932 muchos campesinos se
encontraban al borde de la bancarrota.
La
situación era igualmente grave en el frente exportador. Las exportaciones
agrícolas fueron golpeas por la caída de los precios, la fuerte competencia y
la creciente autosuficiencia y protección en los antiguos mercados. Un problema
adicional importante fue, por supuesto, el endeudamiento internacional de la
zona. Las consecuencias de la crisis en términos de los acontecimientos y de la
política posteriores puede resumirse como sigue: 1) medidas de emergencia para
tratar la situación inmediata; 2) ascenso de regímenes dictatoriales o
semidictatoriales, inclinados a promover el desarrollo a lo largo de líneas
autárquicas; y 3) dominio creciente ejercido por Alemania sobre el futuro
económico y político de la zona. El problema no era tanto la recuperación como
la salvación de las economías, se requerían medidas drásticas para sostener las
economías tambaleantes. No sólo se necesitaba de políticas deflacionistas, sino
también de una batería de restricciones típicas de las economías en estado de
sitio. Entre ellas hubo cierres temporales de instituciones bancarias, control
de cambio riguroso, limitación de los pagos por deuda y aranceles, cuotas y
prohibiciones de importación.
Alemania
pudo dictar los precios que debían pagarse por la los productos primarios de la
zona y al mismo tiempo acumuló grandes superávits de importación con los países
que no equilibraban las exportaciones alemanas. Finalmente, la penetración
económica preparó el camino para la definitiva conquista militar y política.
Hasta 1939 Europa Oriental siguió siendo una región atrasada y basada
predominantemente en la agricultura, y para todo los indicadores concebibles
era menos productiva, menos culta y menos saludable que Europa Occidental.
Europa en vísperas de
la Segunda Guerra
Mundial
Para Europa
en su conjunto, el período de entreguerras fue de crecimiento accidentado,
crisis, tensión política y, por último, amenaza de guerra. De 1914 a 1939 el papel de
Europa en la economía mundial disminuyó continuamente. La guerra ofreció
oportunidades para países fuera de Europa, sobre todo para EE.UU. y Japón.
Europa Occidental ya no fue suficientemente fuerte para continuar dictando el
modelo de desarrollo mundial; políticamente también se había debilitado, ni el
oeste ni el este eran capaces de resistir solos los planes de Alemania.
CAPÍTULO 4 GUERRA Y RECONSTRUCCIÓN (1940-1950)
El ascenso y la caída
de la Europa
de Hitler
El mapa de
Europa experimentó una transformación radical en los años siguientes al
estallido de la guerra en septiembre de 1939. Hitler marchaba por el continente
sin impedimentos; para 1942 el nuevo imperio alemán era casi toda Europa
continental; sólo algunas pocas naciones pudieron conservar su autonomía,
otras, como Italia, eran satélites del imperio alemán. El nuevo imperio distaba
de ser una estructura económica coherente y eficiente. En primer lugar, los
nazis nunca tuvieron una idea muy clara de lo que implicaba el establecimiento
del Nuevo Orden. Nunca se publicó ningún plan completo y global para la
reestructuración de Europa. En segundo lugar, en los dos primeros años de
hostilidades la velocidad de la conquista militar fue mayor que la del plan de
régimen para el nuevo Imperio. Los éxitos iniciales de Hitler derivaron, en
gran medida, de una estrategia que suponía un ataque rápido sobre objetivos
específicos pero limitados. La clave de las arrolladoras victorias de Alemania
descansa en su capacidad de respaldar sus amenazas con la fuerza, junto con la
ausencia de una seria oposición, y por esto fue capaz de hacerlo a causa de su
mayor concentración militar antes de la guerra. Sólo cuando Alemania se vio
obligada a abandonar sus tácticas "relámpago" y cambió a la lucha de
campañas defensivas y de retaguardia de duración indeterminada, las
limitaciones de sus preparativos militares se hicieron evidentes.
Pueden
aducirse varios factores para explicar la muerte del Imperio alemán. Uno de los
primeros e importantes errores de Hitler fue embarcarse en el ataque contra
Rusia. Esto, junto con el ataque japonés a Pearl Harbour, arrastró a EE.UU. a
la guerra. La guerra se convirtió en una lucha de potencias económicas, en
donde los aliados se ven el clara superioridad frente a Alemania. Sólo EE.UU.,
el Reino Unido y la
Unión Soviética representaban el 60% de la producción
manufacturera mundial, frente al 17% que representaba Alemania y sus naciones
aliadas (Italia, Japón). El compromiso de una guerra total movió a aun masiva
concentración de fuerza armamentista y una extensa movilización de la mano de
obra y de recursos económicos. Alemania se veía obligada a concentrar todo lo
que pudiera su energía en impulsar la producción de armas, utilizando en la
mayor medida posible los suministros de trabajo y materiales de la Europa ocupada. Con el
tiempo estos suministros empezaron a interrumpirse y en 1944 la creciente
escasez de fuerza laboral y materias primas estaban obstaculizando seriamente
el esfuerzo bélico. Alemania no tenía suficientes recursos para continuar la
guerra durante mucho tiempo.
La política
adoptada con respecto a los territorios conquistados tampoco fue satisfactoria
en cuanto a asegurar el potencial máximo para las finalidades bélicas. Hitler
trató a todos los países no germánicos de Europa de la misma manera, como
territorios que había que explotar para servir a las necesidades alemanas.
Dicha política: a) eliminó la posibilidad de asegurar el apoyo voluntario de
los no alemanes, y b) la abierta explotación de los territorios ocupados, con
el tiempo fue contraproducente. Finalmente, debe observarse que el propio régimen
alemán estuvo lejos de la unidad. Las graves disputas internas entre nazis y
las luchas por el poder continuaron a lo largo de toda la guerra y sirvieron
para debilitar el esfuerzo administrativo y de organización del Tercer Reich.
Dadas las
debilidades y los errores del régimen nazi y su potencial inferior, comparado
con sus adversarios, puede parecer sorprendente que les costase tanto tiempo a
las potencias aliadas asegurar la victoria. Hay varias razones para explicar
este retraso: a) cuando ingresa los EE.UU. a la guerra, éste y el resto de los
países aliados tuvieron que tomarse un tiempo para reorganizarse y prepararse
en forma conjunta para un ataque a gran escala contra Alemania; b) los aliados
subestimaban el potencial de producción bélico alemán, lo que hacía que
actuasen con cautela.
Aspectos económicos
del esfuerzo bélico
En
1943-1944 la economía mundial estaba más movilizada para la guerra que en
cualquier otra época anterior. La distribución de los gastos bélicos entre los
principales participantes varió considerablemente. El esfuerzo bélico fue
sostenido por tres factores principales: una producción creciente, una
disminución del consumo y un agotamiento del capital. Durante el curso del la guerra el producto neto mundial aumentó.
Un aumento de la renta real de más del 50% fue suficiente, para EE.UU., para
cubrir ese desembolso y dejar algo para una mejora de los niveles de vida. Al
mismo tiempo, EE.UU. se convirtió en la cuerda salvavidas de las potencias
europeas aliadas. Es decir, la guerra estimuló el crecimiento y condujo a una
mejora en los niveles de vida en los países aliados. En el continente europeo
fue Alemania quien lo pasó mejor, por lo menos hasta las etapas finales de la
guerra. Ya que pudo mantener sus niveles de crecimiento mediante la exacción de
grandes contribuciones en los territorios ocupados. El impacto de la guerra en
todas las zonas de Europa fue muy variado, dependiendo de la intensidad de los
combates y del grado de explotación llevado a cabo por los alemanes.
Desde el
punto de vista económico, la guerra fue un desastre para Italia. Los peores
efectos de la ocupación se dejaron sentir en Grecia, Polonia, Francia, Bélgica,
Países Bajos y las partes ocupadas de la Unión Soviética.
En todos estos países el producto cayó fuertemente, el capital fue gravemente
agotado o dañado, los recursos laborales
fueron explotados y los niveles de vida descendieron.
Devastación de Europa
Al final de
la guerra, Europa se encontraba desorganizada y muy cerca de la miseria. Las manufacturas
estaban paralizadas, el comercio por ende también lo estaba, la producción
agrícola estaba en grave crisis y las comunicaciones estaban seriamente
interrumpidas. La situación europea se destacaba en agudo contraste con la de
EE.UU. y pronto se hizo evidente que la tarea de reconstruir Europa dependía
machismo de las políticas adoptadas por
Norteamérica.
En lo que
toca a los principales activos productivos, trabajo y capital, las pérdidas y
daños europeos, como resultado directo de la guerra, fueron mayores que en
1914-18. Pocos países, sin embargo, a parte de Francia, Polonia y la Unión Soviética ,
salieron de la guerra con poblaciones seriamente reducidas. Las pérdidas fueron
compensadas por un notable crecimiento de las tasa de natalidad. En los países
con grandes pérdidas, como Alemania y Rusia, hubo un grave déficit de población
en los grupos de edad productiva. La pérdida y la destrucción de activos de
capital son difíciles de cuantificar. Combates intensos, junto con fuertes
bombardeos y devastaciones deliberadas significaron que el daño a la tierra, la
propiedad y el equipo industrial fueron más graves que en la Primera Guerra
Mundial. Los sistemas de transportes también fueron seriamente dañados e
interrumpidos. El catálogo de desastre era similar en la industria y en la
agricultura. La situación en la agricultura es más difícil de apreciar. El
potencial agrícola fue gravemente desbastado por la guerra, debido al daño a la
tierra, la destrucción y saqueo del equipo y las pérdidas de ganado. El alcance
del daño total es desconocido, pero fue mucho peor en Polonia y en Rusia. La
reducción general de la actividad productiva fue mucho mayor aún que las pérdidas físicas. La destrucción
del capital era el menor de los problemas, mucho más importante eran la
dislocación y la interrupción de la actividad productiva como consecuencia de
la guerra: el movimiento a la baja de producción de armamentos y los problemas
relacionados con la conversión a las operaciones del tiempo de paz; la fuerte
escasez de materias primas esenciales, componentes y piezas de recambio;
escasez de cualificación técnica y la interrupción de las comunicaciones; y,
tal vez lo más importante, el absoluto agotamiento de las poblaciones
subalimentadas. El fin de la guerra marcó el punto culminante de 6 años de
luchas y privaciones, al final de los cuales los trabajadores no estaban en
condiciones adecuadas para un nuevo esfuerzo. La escasez de alimentos, materias
primas y bienes de consumo en general fue aguda en Europa. La baja producción y
la extendida escasez de bienes exacerbaron los problemas inflacionistas y
monetarios de Europa y éstos, a su vez, obstaculizaron el trabajo de
reconstrucción.
La política de
reconstrucción
La
necesidad inmediata de Europa era de ayuda, que obtuvo sobre una base
provisional en un principio y con carácter más permanente bajo el Plan
Marshall. Las fuertes diferencias políticas entre los aliados y la URSS se tradujeron
inevitablemente en la delimitación de esferas de influencia en Europa, lo que
condujo a la división este-oeste. Una gran mejora, comparando con la 1º guerra
mundial, es que se evitó en gran medida de imposición de reparaciones y deudas
internacionales a causa de la guerra.
EE.UU. se
veía obligado a ayudar a la
Europa herida por la pobreza. En 1945 comenzó a
proporcionarle ayuda a través de varias
organizaciones, pero esta ayuda inicial se agotó pronto y tuvo un efecto
limitado. El reconocimiento de la ineficacia relativa de este programa fue un factor de cambio de políticas para 1947.
El temor a disturbios sociales y políticos
y la amenaza de los regímenes comunistas jugaron un papel nada
despreciable para la confección de una nueva política de ayuda pergeñada por
George Marshall. Se condicionó la ayuda a las naciones receptoras con el fin de
que estas cooperasen con el fin de asegurar que la ayuda fuese utilizada del
modo más efectivo posible. Los fondos tenían que ser administrados , por parte
de los EE.UU., a través de la Economic Cooperation Administration, mientras que
por el lado europeo 16 naciones se unieron para formar la Organización Europea
de Cooperación Económica (OECE), a la que le correspondía la tarea de estimar
las necesidades nacionales y distribuir la ayuda entre sus miembros a fin de
evitar que los países no se obstaculizasen mutuamente. En conjunto, los fondos
del programa fueron bien administrados; no fueron derrochados por una mala
administración política, como había sucedido con el primer programa de ayuda.
Aparte de
los temas de la reconstrucción inmediata, antes de acabar la guerra se estaban
haciendo esfuerzos para asegurar una mayor cooperación económica internacional
entre las naciones; en una escala más amplia y permanente aparecieron, en 1944,
dos importantes instituciones: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el
Banco Mundial o BIRD, mientras que en 1947 se firmó el Acuerdo General sobre
Tarifas y Comercio (GATT). El Banco Mundial contribuyó como una fuente
importante de préstamos a largo plazo para la financiación de proyectos de
reconstrucción. El FMI y el GATT tuvieron que ver más con la mejora de las
relaciones internacionales en el campo del comercio y los pagos.
El camino hacia la
recuperación
El ritmo de
recuperación de Europa fue impresionante. Dos años después de la guerra, muchos
países habían alcanzado considerables aumentos de producción. Al mismo tiempo,
las presiones inflacionistas fueron gradualmente amortiguadas por varios
medios, incluyendo controles, políticas antiinflacionistas, mejora de la oferta
de bienes y reducción de l exceso de liquidez por medio de grandes superávit de importación, y mejora de la
situación presupuestaria. Las políticas nacionales hicieron una gran
contribución. La gran tarea de reconstrucción junto con los nuevos compromisos
gubernamentales en términos de bienestar social, pleno empleo y mayor igualdad
de rentas significó que generalmente los gobiernos invirtieran mucho más en
materias económicas que antes de la guerra. Una de las tareas principales fue
la de elevar el nivel de inversión, especialmente en industrias básicas, para
asegurar el crecimiento rápido del producto y de las exportaciones y para
mejorar los logros de la productividad. Todos los países dieron prioridad a la
inversión a expensas del consumo. El propio gobierno se convirtió en el principal
inversionista individual, bien directamente mediante empresas públicas o por
medio de intermediarios. Otro tema
a reconstruir era el equilibrio exterior, ya que la guerra había destruido el
comercio de exportación de Europa. La mayoría de los gobiernos tomaron
enérgicas medidas para aumentar la exportaciones y disminuir la importaciones.
Se canalizaron recursos hacia las actividades exportadoras, el consumo se
mantuvo bajo a fin de liberar los recursos posibles para las exportaciones. Las
importaciones se frenaron mediante estrictos controles físicos, la restricción
del consumo y la sustitución de importaciones., cuando era posible. La
recuperación de Europa Oriental fue al principio mucho más lenta que la de la Occidental , aunque más
tarde recuperó el terreno perdido. El desfase inicial no es sorprendente debido
al atraso estructural de su economía, eminentemente agrícola. Además, la Unión Soviética
proporcionó escasa ayuda, reclamando, en cambio, reparaciones a Alemania
Oriental, Hungría y Rumania.
Finalmente, todos los países del sector oriental de Europa
experimentaron una revolución política y social en el período de postguerra,
que implicó un cambio completo de las relaciones de propiedad y la aparición
del Estado como principal agente de la actividad económica. Aunque estos
cambios radicales iban en último término a mostrarse beneficiosos, a corto
plazo causaron un enorme volumen de confusión, que probablemente afectó de modo
negativo al esfuerzo de recuperación.
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