sábado, 25 de julio de 2015

Abal Medina, La Ciencia Política, las nubes y los relojes: el Estado de la disciplina

Abal Medina, Juan

LA CIENCIA POLÍTICA, LAS NUBES Y LOS RELOJES: EL ESTADO DE LA DISCIPLINA

                Se parte del diagnóstico contradictorio que muestra a una Ciencia Política más madura al tiempo que padece un profundo conflicto acerca de su esencia.

La situación actual

                Varios autores han señalado que la Ciencia Política es amorfa y heterogénea, abarcando desde la narración de leyendas y anécdotas en un extremo hasta la explicación de regularidades empíricas en el otro.
                Almond planteó que la Ciencia Política está más cerca de las nubes, de acuerdo con la definición dada por Popper, lo que significa que lAS REGULARIDADES QUE DESCUBRE NO SON LEYES SINO QUE TIENEN UN CARÁCTER DE PROBABILIDAD, y que además tienen corta vida.
                Con todo, LA DIVERSIDAD DE PUNTOS DE VISTA EPISTEMOLÓGICOS Y ONTOLÓGICOS QUE HAY EN LA DISCIPLINA COINCIDE CON SU CONSOLIDACIÓN. Una disciplina donde se discute mucho, pero más madura, profesionalizada e internacionalizada.

I. Multiplicidad de enfoques

                Existen en la Ciencia Política enfoques que se contradicen entre sí en todo: en la visión acerca de la naturaleza de lo que es la política (la ontología), en los métodos, en las hipótesis y en las teorías (la epistemología).
                Según Dogan, en todas las Ciencias Sociales CONVIVEN ENFOQUES OPUESTOS, dada la ausencia de verdaderos paradigmas. Esto significa que NINGUNO DE ESTOS ENFOQUES DOMINA A LOS OTROS por verificarse empíricamente ni es aceptado por toda la comunidad científica, más allá de que haya ciclos donde domine uno u otro.

II. Eclecticismo o dogmatismo

                Para describir a estos distintos enfoques, debemos ver cómo responden a cuatro PREGUNTAS ACERCA DE LA CIENTIFICIDAD DE LA CIENCIA POLÍTICA:

ü        ¿Es o no una ciencia?
ü        ¿Se está convirtiendo en una ciencia?
ü        ¿Cómo?
ü        ¿Qué tipo de ciencia es o se está transformando?

               


                El autor describe tres RESPUESTAS posibles:

ü        No es una ciencia
ü        lo es, pero de una naturaleza diferente a la de las Ciencias Naturales
ü        lo es, pero inmadura; con el tiempo llegará a ser como las Ciencias Naturales

                QUIENES PIENSAN QUE NO ES UNA CIENCIA se basan en la idea de que la política es un juego contingente, donde cualquier resultado es posible.
                En cambio, quienes piensan que la Ciencia Política puede identificar regularidades  y aprender de ellas, sí podemos hablar de ciencia.
                Dentro de LOS QUE LA CONSIDERAN CIENCIA, hay dos posturas:

ü        La de quienes sostienen que TODAS LAS CIENCIAS, naturales o sociales, FORMAN PARTE DE LA MISMA CIENCIA EMPÍRICA, cuyos conocimientos son acumulativos y se organizan en leyes generales que permiten predecir y explicar (Neurath, Carnap y Morris, exponentes del POSITIVISMO LÓGICO). En la Ciencia Política han adoptado esta postura el conductismo o behaviorismo y la teoría de la elección racional o rational choice. Así, para este enfoque puede predecirse una tormenta del mismo modo que el triunfo de un candidato electoral. Las dificultades de la Ciencia Política serían de inmadurez o atraso respecto de las ciencias “duras”, pero es cuestión de dejarlas madurar imitando a éstas[1]
ü        Por el contrario, otra posición niega que la Ciencia Política, y en general las Ciencias Sociales, puedan considerarse de la misma manera que las Ciencias Naturales. La diferencia sustancial estaría dada por el hecho de que LOS ACTORES DE LA POLÍTICA SON SERES HUMANOS, QUE TIENEN INTENCIONALIDAD, CREENCIAS, FINES Y QUE OTORGAN SIGNIFICADO A SUS ACCIONES (Goodin y Klingemann). LAS CIENCIAS SOCIALES NO PUEDEN COPIAR A LAS CIENCIAS NATURALES, aunque sí puede exigirse de ellas rigor en el análisis, apoyo en la experiencia y elaboración de deducciones y generalizaciones. Con excepción de las décadas del ´50 y ´60, donde reinó el conductismo, este enfoque ha sido el dominante. Adoptan esta postura el sector moderado del racional choice, el análisis del discurso y el institucionalismo. ESTA ES LA POSTURA DE ABAL MEDINA: la Ciencia Política es una disciplina plural, rigurosa y sólida, donde el progreso no se da por cambios de paradigmas sino por acumulación y donde las teorías que quedan en el camino no reaparecen o si lo hacen, vuelven cambiadas o incorporadas a nuevas teorías

III. Subdisciplinas y especialización

                SUBDISCIPLINAS DE LA CIENCIA POLÍTICA: TEORÍA POLÍTICA, POLÍTICAS PÚBLICAS, METODOLOGÍA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES.
                Los diferentes enfoques aparecen en cada uno de los subcampos.
                Con la excepción de esos cuatro campos, hay otras áreas donde no hay acuerdo acerca de si son o no subdisciplinas de la Ciencia Política: política comparada, institucionalismo, economía política, comportamiento política, partidos políticos, estudios de género, etc.
                Por el lado positivo, puede decirse que tantos temas hablan de UNA DISCIPLINA QUE SE ESPECIALIZA Y PROFESIONALIZA. PERO por la negativa existe el RIESGO DE LA FRAGMENTACIÓN.

IV. Una breve historia

                A fines del siglo XIX la Ciencia Política comenzó a ser reconocida como disciplina autónoma en varias universidades, aunque hasta 1945 esto ocurrió casi con exclusividad en EE.UU. Sus PRIMEROS PASOS estuvieron ligados a una VISIÓN LEGAL, FILOSÓFICA E HISTÓRICA.
                El PRIMER GRAN CAMBIO se dio con la llamada ESCUELA DE CHICAGO, en los años ´20 y ´30. Autores como Laswell, Gosnell y Merriam se abocaron a investigaciones empíricas, con encuestas, focus groups y otras técnicas de carácter experimental.
                Con la Segunda Guerra Mundial, llegaron exiliados a EE.UU. académicos europeos, destacándose los NEOPOSITIVISTAS. La “REVOLUCIÓN CONDUCTISTA” llegó de la mano de Easton, destacándose también el arribo de politólogos destacados, como Dahl y Lindblom. El conductismo pasó a dominar la escena, planteando la cientificidad de la disciplina y el optimismo acerca de lograr que la misma adquiera el prestigio de las Ciencias Naturales. En ello fue importante el aporte de la Sociología funcionalista y sistémica de Parsons.
                A mediados de los ´60 AUTORES como Lipset , Almond y Powell y Dahl, COMENZARON A CRITICAR la tendencia hiperfactualista (sólo veían hechos), provincialista (centraban todo en la realidad norteamericana), descriptivista (se limitaban a constatar observaciones), formalista y ahistórica (la historia quedaba de lado) del conductismo. Esto se profundizó en los ´80 con las críticas al funcionalismo.
                Así, FUERON RESURGIENDO LOS ENFOQUES TRADICIONALES: la teoría normativa y el análisis de las instituciones, PASANDO A OCUPAR LA POSICIÓN DOMINANTE LA TEORÍA DE LA ELECCIÓN RACIONAL, que redobló la apuesta del conductismo en cuanto a las aspiraciones de cientificidad de la disciplina, planteando la búsqueda de explicaciones universales.
                De todas formas, aún los más fervorosos partidarios del rational choice advierten que la Ciencia Política no puede ser equiparada a las Ciencias Naturales. Así, Riker afirma que LA FUNCIÓN DE LA CIENCIA POLÍTICA SERÍA LA DE IDENTIFICAR “CONSTANTES INESTABLES”, lo que significa que –si bien las instituciones, los gustos y otras variables de los sistemas políticos son impredecibles– hay constantes estructurales y culturales más o menos estables y duraderas que permiten formular ciertas predicciones[2].
               
               
               




[1] Esta posición es conocida como “monismo metodológico”: una ciencia, un método.
[2] Nótese que todas las visiones –incluida la del autor– coinciden en que la disciplina se limita a describir y a lo sumo predecir la realidad, pero en ningún caso de operar sobre ella para transformarla que es, en última instancia, el objetivo de la ciencia. Esto se explica por el carácter esencialmente conservador del conjunto de las teorías dominantes en la Ciencia Política y su pánico ante toda posibilidad de transformación de la sociedad sobre nuevas bases. En esa aversión coinciden desde los más rancios pensadores de la derecha norteamericana hasta los “progresistas” que se postulan para administrar el orden político y social vigente. Coinciden todos, en definitiva, en la defensa del capitalismo y de las instituciones políticas que procuran garantizar el mantenimiento de este modo de producción.

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