Acuña Carlos
POLÍTICA Y ECONOMÍA
EN LA ARGENTINA DE
LOS '90 (o por qué el futuro ya no es lo que solía ser)
La transición en manos del gobierno radical: cuando la
estabilidad del régimen democrático comenzó a independizarse del proceso
económico
El sorpresivo
triunfo electoral radical de 1983 implicó un principio de cambio sobre el
significado de la democracia en la Argentina. La "ley de hierro’’ que
establecía que el peronismo constituía la mayoría ya no tenía vigencia. Por
otra parte, todavía no resultaba claro el rumbo que se seguiría con respecto al
papel del Estado y la economía general: ¿existía todavía espacio para la
implantación de fórmulas keynesianas?.
El gobierno
de Alfonsín debía enfrentarse al problema de cómo salir de la crisis económica (deuda
externa, caída de la tasa de inversión, retraso salarial). Para eso confiaba
en: 1) que el manejo de los recursos del Estado para regular el funcionamiento
de la economía bastaría para firmar la crisis; y, 2) que el cambio
institucional despertaría la comprensión por parte los acreedores externos. De
esta forma, se apuntó a tres objetivos simultáneos: aumentar el salario real,
lograr cierto crecimiento y pagar menos de lo pretendido por el FMI y los
bancos acreedores en concepto de servicios de la deuda externa. El ministro de
economía, Grinspun, se propuso incidir simultánea y favorablemente sobre la
inversión y los salarios, con el objetivo de reducir el impacto social del
ajuste que se ponía en marcha. El Estado procuró colocarse por sobre los sectores
en pugna y reducir el margen de acción de los mismos, con el objeto de
"encapsular" su comportamiento en función de la política económica
oficial. Frente a las voces que demandaron la concentración de las políticas
socioeconómicas, el gobierno actuó desestimando la negociación por la supuesta
pérdida de consistencia que traería aparejada para las políticas públicas, y
sosteniendo la legitimidad democrática que la mayoría que lo había elegido le
otorgaba a su aislamiento en la toma de decisiones.
En función
de esta centralización, el oficialismo decidió neutralizar la potencial
reacción laboral por medio de las reformas de organización y representación
sindical. Este intento fracasa en el Congreso. Por otra parte, los empresarios
no tenían acceso a los espacios de decisión, y se oponían a las medidas de
control de precios, aumento de los impuestos a las exportaciones, y la
expansión del gasto público.
Durante 1984, la estrategia keynesiana
de Grinspun resultó en la desconfianza del FMI y los EE.UU. y, aunque los
salarios reales superaron el 20% mensual, había recesión. Además, la exclusión
de representantes de empresarios y trabajadores en la toma de decisiones
generaron desconfianza. En este contexto, el gobierno busca neutralizar los
costos derivados de la gestión de Grinspun, nombrando en Enero de 1985 a Sourrouille como
ministro de economía, quien sorpresivamente lanza en Plan Austral (Junio de
1985).
El objetivo
fundamental del plan de ajuste era contener la suba de precios, mediante un
shock antiinflacionario que genere credibilidad en el sector capital y
confianza en los acreedores externos. El "Austral" apuntó a hacer
efectivo el control estatal sobre los salarios, los precios, las tasas de
interés y el cambio; destacándose la reforma monetaria y las medidas sobre la
reducción del déficit fiscal y la reactivación, llegando a recuperar parte de
la confianza.
El exitoso
lanzamiento del plan, coincidió con el inicio del juicio a los ex integrantes
de la Junta Militar ,
por violación a los derechos humanos.
Sin
embargo, el Plan Austral se había mostrado exitoso en controlar la inflación
dentro de un esquema de congelamiento, y control estatal de las principales
variables macroeconómicas, por lo que enfrentaba al dilema de cómo descongelar
las condiciones inflacionarias que había caracterizado a la economía argentina
por décadas. Durante 1986 se intentaron diversas formas: se flexibilizaron los
controles de precios para volver a imponerlos al poco tiempo, se buscó quebrar
la inflación, permitiendo negociaciones salariales imponiendo "pisos"
y "techos"( prohibiendo aumentos en base al índice de inflación
pasada y estableciendo "techos" en función de la inflación esperada).
¿Cómo
liberar al mercado sin reproducir las conmociones originales y desembocar en una
nueva espiral inflacionaria?. La estrategia apuntó a la modificación del modelo
de acumulación vigente desde 1930. La distorsión de los precios relativos y la
posibilidad de aumentos salariales nominales, con el consiguiente traslado a
los precios habían sido el resultado de una estructura económica semi-cerrada.
La propuesta del gobierno sería la de permitir una mayor presencia de la
competencia internacional en el mercado local, que disminuiría los costos de
los insumos de los productos manufacturados exportables, solución de la escasez
de divisas y modificación de la conducta de empresarios y trabajadores en la
puja distributiva.
El otro
gran tema era el de la reforma del Estado. El gobierno Radical había encarado
la disminución del gasto público con medidas como la reducción del salario
relativo de los empleados públicos, respecto de los privados, la caída de los
haberes provisionales y aumentos de las tarifas públicas. Sin embargo, estas
medidas no fueron suficiente. El pago de los intereses de la deuda externa,
tornaban impotentes a tales medidas.
Durante
1987, en un contexto de rebrote inflacionario, se produce el levantamiento
militar de Semana Santa. La derrota electoral del Radicalismo en la elección de
Diputados, obligó al gobierno a variar su objetivo de convertirse en el
"tercer movimiento histórico" (el yrigoyenismo sería el primero, el
peronismo el segundo) por una prioridad más humilde: poder gobernar controlando
la inflación y el desafío "carapintada” hasta la elección presidencial de
1989.
En 1987,
frente a la pérdida del control de la
Cámara de Diputados por parte del Radicalismo, el Peronismo
canjeó su apoyo a los aumentos impositivos que necesitaba el gobierno para
controlar el déficit fiscal, por la aprobación de las leyes sindical y de
contratación de trabajo entre patrones y empleados. Esto neutralizó la
capacidad gubernamental de fijar salarios y precios por decreto. Y dado que el
control de precios y salarios era el mecanismo central para la implementación
de políticas en el contexto del Plan
Austral, 1988 marca el fin del plan.
De esta forma, la lucha por mantener
recuperar posiciones en la distribución de recursos no se hizo esperar, como
tampoco sus efectos sobre la inflación. El equipo económico irrumpió a
principios de Agosto con el "Plan primavera".
El Plan se basó en un acuerdo con la Unión industrial Argentina y
la Cámara Argentina
de Comercio, asociaciones preocupadas por la posibilidad de un triunfo
electoral peronista con Menem supuestamente más populista). Este plan resultó
en la disminución de la inflación, y la demostración de acuerdo por parte del
FMI a través de la concesión de nuevos créditos para pagarla deuda externa.
Estos constituían una pieza clave para la contención de la inflación que
colocaba a la tasa de cambio como freno de los precios internos. Pero también,
condujeron a la oposición del sector agropecuario que denunció al Plan
Primavera y al desdoblamiento cambiario, como un "despojo al campo y a los
consumidores".
Todo esto
se produce en el siguiente contexto: 1) mayores presiones sindicales, 2) una
intensificación de la campaña electoral, en la que el candidato peronista Menem
prometía una moratoria de la deuda externa y la reactivación económica mediante
un "salariazo".
Este
contexto motivó un rebrote inflacionario. La presión inflacionaria sobre el
valor del dólar y el objetivo gubernamental de controlar el aumento de precios
por medio de un dólar "bajo”, resultaron en una creciente oferta de la
divisa. A partir de la expectativa de que el Estado iba a ser incapaz de
mantener la devaluación y la oferta de dólares, los grandes grupos económicos
aprovecharon los rendimientos las tasas de interés, mientras una parte
creciente de sus excedentes se "corrían" al dólar a medida que las
reservas de la divisa disminuían el Banco Central.
Cuando el 6
de febrero de 1989 el Banco Central decidió suspender la oferta de divisas, el
"despegue" del dólar y sus efectos sobre los precios fueron
arrasadores. La UIA
y la CAC
rompieron su alianza con el gobierno y se consideraron liberadas del acuerdo de
precios.
El 15 de
Mayo, Menem gana la elecciones con un 47% de los votos, contar un 32% del
candidato radical Angeloz.
Era la
primer vez en la historia argentina, que un gobierno democrático transfería
democráticamente el poder a la oposición. Sin embargo, este proceso político
poco tuvo que ver con una democracia eficiente en términos socioeconómicos.
¿Por qué el futuro no
es lo que solía ser?
Las
propuestas de Menem durante la campaña electoral, sobre la deuda externa, y la
forma de tratar la relación salario / ganancia (salariazo” y "revolución
productiva" al mismo tiempo) resultaban confusas. Sin embargo, el
inesperado nombramiento como ministro de economía a un representante del
principal grupo multinacional de orden local (Roig, del grupo Bunge y Born) no
dejó lugar dudas sobre la dirección que asumirían las políticas socio -
económicas.
Esta
política respondió a la dirección de la reforma del modelo de acumulación en la
que ya se había enmarcado el Radicalismo. La política menemista buscaba
profundizar la dirección neoliberal a las privatizaciones, la apertura
económica y los cambios en la política exterior.
Tras la muerte de Roig en 1989, asume
Rapanelli (también representante del Grupo y Born). Menem deseaba evitar el
aislamiento político que sufrió Alfonsín. Por eso, apuntó a conformar un
gabinete 'expresivo' de todo aquello que existe en la vida política y social
del país. La práctica del peronismo siempre había mostrado una participación de
empresarios al frente del ministerio de economía, y de sindicalista el frente
del Ministerio de trabajo. En este sentido, el nombramiento de Roig o
Rapanelli, significaba una continuidad; pero por el otro, en el peronismo
tradicional esos ministros eran representantes de asociaciones de tercer y
cuarto grado organizadas a nivel nacional, enfrentadas con los grupos
económicos más poderosos del país. En este segundo sentido hay una ruptura con
la política peronista tradicional.
El nuevo
ministro acordó con 350 empresas líderes la estabilización de precios a cambio
de mantener estables las trabas públicas, las tasas de interés y de cambio. El
índice de precios al consumidor bajó, pero aún no en forma suficiente como para
compensar el atraso de los salarios reales, y el ingreso de los exportadores
que estaba atado a una tasa de cambio congelada.
Esta
situación lleva a Menem a adoptar dos medidas: una reducción en los pagos por
derechos a la exportación para beneficiar a los exportadores. Y, por el lado
del movimiento obrero, preparar el "asalto” a las posiciones de los
sindicatos más combativos: nombró en el Ministerio de Trabajo a sindicalistas
pertenecientes a sectores de fluidas relaciones con los empresarios. Así, con
el control del Ministerio por parte de los sindicalistas promenemistas, y la
intransigencia la CGT
liberada por Ubaldini, el gobierno logra la fractura de la CGT en: la CGT San Martín
(promenemista) y la CGT
Azopardo (opositora).
El fin de
1989, mostraba tensiones entre el ministro de economía Rapanelli y el grupo al
que pertenecía el mismo (Bunge y Born). El foco del conflicto era la
generalización del IVA (necesario para cubrir el déficit fiscal). Es que de
representante de un grupo empresario, el ahora ministro de economía debía
representar al conjunto de los grandes empresarios, y a los intereses del FMI.
En
Noviembre de 1989 la reacción de los exportadores a una tasa de cambio estable,
en un contexto aún inflacionario, se tradujo en una caída de la oferta de
dólares. En Diciembre se concede una devaluación de Austral y se desdobla el
mercado cambiario en oficial y libre, y se disminuye las tarifas por
importación. Por otra parte, se intentó disminuir el déficit fiscal con un
aumento en los combustibles y en las tarifas públicas. Sin embargo, la tensión
entre el ministro y el grupo al que pertenecía, obligaron a la renuncia de
Rapanelli y si reemplazo por Erman González.
El nuevo
ministro unifica el mercado cambiario y libera el tipo de cambio, eliminando
todas las regulaciones para la compra de divisas, anulación a las retenciones a
la exportación, y, previendo un salto inflacionario, un aumento salarial de
20000 australes. Sin embargo, el aumento de los precios al consumidor
aumentaron un 40% y el dólar subió de 960 a 2000 australes.
A partir de
1989, la estrategia gubernamental se centró en contener la inflación y el
aumento del dólar. La articulación de la hiperinflación con una freno en la
emisión de moneda, determinó la caída de la base monetaria, por lo que el
coeficiente de liquidez cayó un 12%. La triple consecuencia de la caída de la
base monetaria fue, primero, el aumento de la tasa de interés, segundo la
recesión y, tercero, las empresas debieron "salir "al mercado a
vender sus reservas en dólares para poder obtener australes; por lo que el valor
de dólar cayó de 2500 a
1300 Australes a fin de Diciembre. Los bancos privados, por no contar con
suficientes BONEX, no podían cubrir los depósitos de sus ahorristas. Es que el
Banco Central se negaba al canje con los bancos privados de títulos de la deuda
por BONEX, y el resultado fue el enfrentamiento entre los bancos y el
Presidente del Banco Central, que se ve obligado a renunciar.
La altas
tasas de inflación de enero de 1990, retrasaron las tarifas públicas y las
liquidez y la recesión determinaron que el gobierno incremente las tarifas en
un 80% y generalice el IVA. A pesar de que el empresariado coincidía en el
global del gobierno, no coincidía con aspectos puntuales como la extensión del
IVA. El 31 de Agosto, el Ministro de Economía volvió a anunciar una aceleración
del ajuste: recortes de los gastos públicos, en la administración central y las
empresas públicas, despido y jubilación forzosa de empleados estatales, y
aceleración de las privatizaciones ( la Empresa Nacional
de Telecomunicaciones, Aerolíneas Argentinas, licitación de las áreas
petroleras, y ferrocarriles).
Se produjo
un aumento simultáneo de las exportaciones y una caída de las importaciones.
Pero proseguía la incertidumbre sobre la capacidad del Estado por controlar el
déficit fiscal . El aumento en la demanda de dólares, determinó un aumento del
dólar de 5820 Australes a fines de Diciembre a 9450 en enero. El aumento en el
dólar, y la denuncia del embajador norteamericano sobre coimas pagadas por las
empresas de su país para poder realizar trámites, obligaron al Ministro Reman
González a renunciar. Sería reemplazado por Cavallo.
El año
1991, comenzaría con nuevos alzamientos militares, que terminaron en el indulto
a 200 militares detenidos por violación a derechos Humanos, y la amnistía a los
miembros de la Junta
Militar.
El Cavallazo
Cavallo
anuncia un nuevo plan de ajuste, que en un principio encontraría varios
escollos: la nueva estructura impositiva tardó en aprobarse en diputados. En
segundo lugar, la huelga ferroviaria por mejoras salariales obligó al gobierno
a declarar ilegal a la medida, y aceleró la privatización de los ramales,
levantándose el conflicto en un proceso de negociación en el que los
trabajadores tuvieron que conformarse con la reincorporación de los cesanteados.
Y, en tercer lugar, un paro del sector agropecuario, que incluiría a los
pequeños y medianos productores ( la Sociedad Rural no había adherido), por el que el
sector pedía un "pacto fiscal” con el gobierno, que equilibrase las
necesidades fiscales con las de los productores. El gobierno, concede la
eliminación de las retenciones a las exportaciones agropecuarias.
Superados
estos problemas, Cavallo anuncia un nuevo plan, en el que se incluía la paridad
cambiaria entre el peso (moneda que suplantaría al Austral) con el dólar. Para
asegurar, fijó la obligación de que el Banco Central mantuviese la relación
entre las reservas y la base monetaria, y suspendió toda cláusula indexatoria
en los acuerdos salariales.
El Plan
apuntó a completarse con once pasos:
1) La
aceleración de las privatizaciones con su efecto de reducción del déficit
fiscal para permitir al Estado, a) desprenderse de algunas empresas
deficitarias, b) obtener un ingreso de divisas y c) reducir de la deuda externa
por los bonos de la deuda usados para pagar parte de las empresas privatizadas.
2) La
desregulación de la economía que repliega al Estado de una serie de funciones
de control y participación en los mercados( disolviendo las comisiones
reguladoras de la producción, la Dirección Nacional del Azúcar, y las Juntas de
Carnes y Nacional de Granos).
3) La
continuación de la reforma administrativa por la que los empleados de la
administración central había caído de 347000 a 200000.
4)
Mediante, a) la firma de un stand by con el FMI y el cumplimiento de las metas
acordadas, lo que permitió obtener préstamos del FMI, b) la renegociación con
los bancos acreedores externos y el ingreso al Plan Brady, el gobierno alcanzó
una quita de un 20% de la deuda externa estatal y una reducción del peso al
pago de los intereses sobre las exportaciones, ampliando los recursos fiscales.
5) Un
aumento de la captación impositiva, a) por medio de incrementos en el IVA y el
Impuesto a las ganancias.
Con
respecto a los costos de producción:
6) Continuidad de la apertura
económica.
Con
respecto a los costos laborales:
7) La
flexibilización que por las nuevas leyes de accidentes de trabajo y de empleo
disminuyen los costos laborales, imponiendo menores indemnizaciones por
accidentes de trabajo, flexibilizando el contrato temporario de personal,
disminuyendo el aporte patronal para la jubilación y obras sociales.
8) Las
negociaciones por mejoras salariales, deben hacerse en base a la productividad,
con el objetivo de que no sean trasladadas a los precios.
9) El envío
al Congreso de proyectos para definir las leyes de convenciones colectivas de
trabajo, derogar el impedimento para la existencia de una sola CGT y para la
constitución de sindicatos de oficio y de empresa.
10) a) Se anula la obligatoriedad del aporte de
los trabajadores a la obra social del sindicato que los representa, y b) el
Estado unifica el sistema, reemplazando a los sindicato en el control de los
aportes a las obras sociales, golpeando el tradicional poder económico
sindical.
11)
Mediante la reforma previsional se apunta a) a la reducción de los aportes
patronales, b) la privatización de gran parte del sistema jubilatorio para
remover en el mediano plazo de las manos del Estado, el déficit ligado al
quebranto de la mayoría de las cajas recaudadoras, c) bajas en el costo del
crédito, por medio de la generación de un mercado de capitales a partir de los
fondos concentrados en manos de los bancos y empresas que administran los
planes de jubilación privada, d) ampliar la edad mínima de jubilación.
Como se ve,
el conjunto de medidas apunta a una revolución neoliberal del modelo de
acumulación y de la estructura de relaciones sociales en la Argentina.
Con la
caída en la inflación, el electorado votó la estabilidad: le otorgó al
Peronismo una victoria en las elecciones de Diputados y Gobernadores de 1991.
Sin
embargo, el plan mostraba problemas. Primero, el impacto diferencial de la
apertura de la economía sobre los bienes
transables y no transables ( como alquileres y servicios). El proceso que se
inició fue una transferencia, vía tasas de ganancia diferenciales, entre los
productores de bienes transables y no transables como los industriales y los
oferentes de servicios, petróleo y gas ( por la condición no transable y/o el
carácter monopólico de su oferta). Segundo, la conjugación del mantenimiento de
una tasa de cambio fija con aumentos de precios en moneda local, resultó en una
sobrevaloración del Peso. Además, la posibilidad de mantener la paridad cambiaria fija se tornó compleja a
medida que se reduce la capacidad de sostenerla con grandes ingresos de divisas
y niveles de reservas. La combinación de la reducción de barreras arancelarias,
con una depreciación del dólar tendió a incentivar importaciones y complicar la
capacidad exportadora loca;, por lo que se comenzaron a generar déficits en la
balanza comercial. A su vez, el desempleo complicó el frente sociopolítico del
gobierno.
La lucha
por la reelección y la desesperación del Ejecutivo para contar con los 2/3
necesarios en el Senado Nacional para recomendar la reforma constitucional,
tuvo un correlato de manipulaciones y contramarchas en el plano provincial que
resultaron en un desgaste de la imagen pública gubernamental. Esto conjugado a
las demandas sociales y a la corrupción resultó en una crisis ministerial, por
la que fueron reemplazados los Ministros del Interior, Trabajo y Educación.
En 1994 y
principios de 1995, surge el Frente Grande como tercera fuerza política.
Durante las elecciones legislativas del 10 de Abril, tanto el Peronismo como el
Radicalismo, sufren deslizamientos de votos hacia otras fuerzas.
Durante
1994, el panorama económico es poco
alentador: caída de la captación impositiva; crecientes tasas de interés en el
exterior y la crisis económica mexicana, fuga de capitales al exterior del
país, presionando un aumento en las tasas de interés.
El gobierno
respondió en dos etapas. Primero, incrementó impuestos, llevando además
adelante nuevos recortes en gastos fiscales (incluyendo reducciones en salarios
de funcionarios estatales). Pero, estas medidas fueron insuficientes para
cumplir con las obligaciones internacionales, y para calmar a los
inversionistas, adversos al riesgo. En una segunda etapa ( iniciada a los días
de la primera), se tomaron medidas destinadas a respaldar el Pan de
Convertibilidad: urgentes negociaciones con el FMI y el Banco Mundial, que le
permitieron obtener un crédito por 6700 millones de dólares; y nuevas
privatizaciones (nucleares, hidroeléctricas y petroquímicas). El resultado fue
la calma de los inversionistas, el repunte de la bolsa, y la caída de las tasas
de interés.
Sin
embargo, la situación no es aún la óptima: las tasas de interés son todavía
altas; la paridad cambiaria afecta la competitividad internacional de la
producción local. Esta situación afianza
la tendencia a un menor crecimiento. Dada la menor captación impositiva
implícita en eta tendencia, y los compromisos asumidos con acreedores
internacionales, el gobierno enfrenta un dilema: priorizar la estabilidad
aduciendo recesión (disminuyendo los ingresos, niveles de demanda, y actividad
económica) que permita mantener baja la inflación, reducir el déficit comercial
vía caída de importaciones'; o una devaluación del peso que defienda al mercado
interno de la oferta importada, mejore la competitividad exportadora de la
producción local y la balanza comercial, aunque poniendo en jaque la
estabilidad monetaria.
Sin
embargo, en una economía abierta con una capacidad dólar/ peso fijada por ley
en la unidad, la mayor o menor capacidad de seguir captando el ingreso de
capitales extranjeros, está en el centro de la balanza entre las dos opciones
citadas. Es más, si asumimos que un determinante importante del flujo de
capitales externos hacia Argentina es el comportamiento de economías y procesos
políticos externos, el éxito del Plan de Convertibilidad en los siguientes
años, dependerá de contingencias fuera de control local.
De esta
forma, la tensión economía / política en 1995 se vuelve a plantear para el
gobierno y la oposición como un problema cuya pieza central está en su relación
con el electorado. Va cobrando importancia un sector del electorado llamado
"independiente", cuyo voto prioriza las perspectivas de bienestar
personal. La erosión sufrida por las identidades y lealtades partidarias,
asegura a los grandes partidos importantes minorías que son insuficientes para
alcanzar la victoria.
Dada la
crisis de las identidades político-partidarias, el factor clave que resuelve la
decisión de ese electorado "independiente’’ es la forma en el que el mismo
percibe los costos y beneficios relacionados con el apoyo al status quo, o en
su defecto, con la prosecución de una estrategia maximizadora (corporizada en
las promesas de un futuro mejor por parte de la oposición).
El
Radicalismo no ha logrado aún articular una posición como alternativa creíble.
Ese espacio lo ha ocupado el Frente Grande, dando a la campaña electoral de
1995 un dinamismo poco imaginable poco tiempo atrás.
En el largo
plazo, el actual contexto económico y la estabilidad del régimen democrático,
reforzado por las dificultades de la oposición de presentar alternativas
creíbles, sugiere la continuidad de la estrategia socio - económica global. Por
otra parte, el carácter revolucionario de su contenido permite prever que el
futuro de la Argentina
a largo plazo tenga poco que ver con los patrones político - económicos que la
caracterizaron desde 1930 hasta hace no mucho.
La nueva matriz política argentina: por qué Menem pudo hacer
lo que hizo (o, sobre las condiciones de factibilidad de una reforma
neoliberal)
La decisión del
propio Menem y la opción por Bunge y Born
Causas:
1) La participación en el entorno de
asesores de Menem, de allegados sin una mayor militancia política en el
peronismo y con fuertes lazos con grupos empresarios. Estos sectores son mayor
"flexibilidad" ideológica que los cuadros formados en la militancia
partidaria o sindical,
2) La buena relación que algunos viejos
militantes del peronismo habían establecido con el grupo B & B, así como la
presencia en el entorno menemista de sindicalistas con fuertes lazos con el
empresariado,
La neutralización de la respuesta sindical
1) La desmovilización sindical redundó en
un aparato sindical con poca capacidad de reacción. La dirigencia quedó
dividida entre los que apoyaban la dirección neoliberal y los que comenzaron a
oponerse,
2) El gobierno implementó una estrategia
de beneficios para los sindicatos que no enfrentasen la línea económica
emprendida ( como nombramiento de sus representantes en los entes estatales responsables
de la administración de los fondos de las obra sociales, y la consecuente
priorización en la distribución de esos fondos a los sindicatos
"aliados").
La neutralización del
empresariado afectado por el plan
La profunda
reforma del capitalismo en la
Argentina , implica una transferencia de recursos de los
trabajadores y el sector público a los empresarios.
Sin
embargo, había un grupo empresario (textiles, electrónica, autopartistas, etc.)
que ha quedado en una difícil situación frente a la competencia externa,
resultante de la apertura económica. Este sector del empresariado,
tradicionalmente vinculado al desarrollo del mercado interno (a diferencia los grandes grupos exportadores) estaba
nucleado tradicionalmente en la
CGE. Dicha agrupación queda muy debilitada, frente a la UIA (Unión Industrial
Argentina) que se convierte en el vocero del empresariado frente al gobierno.
Otro grupo
empresario importante, lo constituyen los grupos económicos que, fortalecidos,
durante la dictadura, han visto sus intereses afectados con el achicamiento del
Estado. Este grupo acumuló capital gracias a la sobrefacturación que le hacían
al Estado para poder ofrecer ellos mismos productos a precios competitivos en
el mercado internacional. La estrategia del gobierno para neutralizar la
reacción de este grupo, ha sido la de intercambiar la perdida de ganancias como
proveedor estatal por la apropiación, vía las privatizaciones de empresas
públicas que quedan colocadas en posiciones monopólicas.
La neutralización de la oposición partidaria (incluyendo la
del Peronismo) y sus implicaciones de mediano plazo para el sistema
político–partidario
La dedicada
implementación de políticas neoliberales implicó redefiniciones intra e
interpartidarias. Por un lado, el gobierno se acerca a la derecha liberal,
encabezada por la Ucedé.
Esto se ve reflejado en la presencia algunas figuras en el
gabinete y en las secretarías del Poder Ejecutivo, así como en la dirección de
empresas en proceso de privatización.
La aprobación de las leyes de
emergencia económica y reforma del Estado, demandó discusiones entre los
parlamentarios oficialistas. Este proceso desembocó en la formación de un
bloque de diputados peronistas opositores a Menem ( el grupo de los ocho).
El
Ejecutivo ha mostrado alto "pragmatismo" al incorporar candidatos
extrapartidarios o sin militancia previa (Reutemann, Palito Ortega), que en
algunos distritos son más confiables que la propia dirigencia Peronista en
términos de chances electorales.
Respecto a
la relación entre el oficialismo y el Radicalismo, debemos señalar que en
general (salvo en el terreno económico), hubo importantes puntos de acuerdo
entre ambas fuerzas (ley del divorcio, nombramiento de los miembros del poder
Judicial, cuestiones militares). Pero, a partir de 1991 el Radicalismo comenzó
a definir su perfil opositor.
Ante esto, el gobierno neutralizó su
accionar por tres medios. El primero fue la mayoría propia en el Senado. Por
este medio, temas estratégicos como la Emergencia Económica ,
la Reforma
del Estado, la
Convertibilidad , la
Ley de Accidentes de Trabajo) el gobierno buscó la
legitimación del Congreso. El segundo medio, utilizado desde 1990 fue el uso de
decretos que le permitió al Ejecutivo evitar las negociaciones legislativas. El
tercer medio fue la forma en la que el Ejecutivo forzó un acuerdo con el
Radicalismo sobre la reforma constitucional, para que Menem pueda ser reelecto
en 1995. Este acuerdo se materializó en el Pacto de Olivos.
Por qué está
consolidada la democracia actual
Tanto las
Fuerzas Armadas, como la burguesía apuestan a una estabilidad democrática de
largo plazo. Recapitulemos las razones para el cambio de preferencias por parte
de estos actores.
Fuerzas Armadas y
régimen político
El gobierno
militar ( 1976 - 1983) implicó un alto desgaste para las FF.AA. En primer
lugar, la violación a los derechos humanos, dio lugar a un mayoritario
resentimiento ante las mismas. En segundo lugar, la profunda crisis socio -
económica en la que desembocaron las políticas aplicadas por los militares no
sólo produjo resentimiento, sino que alejaron a los importantes grupos de la
burguesía que tradicionalmente constituyeron el eje de la alianza político -
económica que dio sustento social a los gobiernos de las FFAA. En tercer lugar,
la derrota de Malvinas fue otra muestra de lo imprevisible y riesgos que podía
ser el comportamiento militar para la burguesía y para viejos aliados
internacionales como los EE.UU. Es más, la derrota de Malvinas generó un corte
entre los generales que habían tenido responsabilidad en las políticas y
acciones del Ejército, y los suboficiales subalternos que habían cumplido
aciones de primer línea, tanto en la represión como en Malvinas. Los
suboficiales responsabilizaron al generalato de mala planificación y ejecución
de tareas en el combate.
El
enfrentamiento entre la suboficialidad y el generalato en Semana Santa (suceso
que desencadenó la decisión del gobierno radical de sancionar la ley de
obediencia debida, en 1897 se dio en un contexto caracterizado por: 1) el
descrédito de las Fuerzas Armadas; 2) la reducción del presupuesto, y 3) por el
enfrentamiento interno que la asignación
de responsabilidades por la derrota de Malvinas había generado. La
ruptura de la cadena de mandos fue una consecuencia de la crisis militar. Pero
este conflicto sólo podía terminar con la destrucción de la Institución como tal,
ya que la potencial victoria "carapintada"( el sector de
suboficiales) implicaba la remoción del personal superior. Su subordinación al
poder constitucional no data de nacientes valores democráticos, sino del
reconocimiento de que si ciertos límites son traspasados, se pone en peligro la
supervivencia del actor como tal. De esta forma, y como consecuencia de las
derivaciones políticas y legales que tuvo la lucha política ligada a los
derechos humanos, es posible prever que, en el largo plazo, el actor militar ha
quedado sin capacidad de cuestionar, y por ende subordinado al poder
constitucional.
La burguesía y el
régimen político
El
surgimiento del Peronismo como mayoría electoral constituyó a la democracia un
régimen de alto riesgo para la burguesía. Es por ello de que a partir de los años cincuenta, la organización
y estrategias políticas de los capitalistas desarrollaron acciones defensivas
(y conspirativas) en períodos de democracia, apoyando la instauración de
regímenes militares. Sin embargo, a partir de 1976, el autoritarismo militar
había comenzado a variar su significado para la burguesía, mientras que en 1983
la reedificación de significado se inicia con respecto al régimen democrático.
La
dictadura que gobernó desde 1976
a 1983, significó la implantación de políticas diseñadas
con la exclusión del empresariado organizado. La suma de poder político en
manos militares, podía resultar en políticas tecnocráticas de fuerte impacto
negativo para importantes grupos económicos. Es por eso, que el conjunto de
entidades empresarias (SRA., UIA, CAC, etc.) no dudaron en apoyar a la
democracia en las crisis militares.
Para los
sectores empresarios de gran peso económico y ligados a asociaciones liberales,
la democracia implicaba una amenaza dado: a) el mencionado avance de los grupos
sindicales y de la CGE ,
con la consecuente pérdida de influencia sobre el aparato estatal, b) la
disminución del peso del mercado como asignador de recursos. El triunfo
electoral radical de 1983 implicó, entonces, un principio de cambio en el
significado de la democracia para los grupos empresarios.
Desde las elecciones de 1983 hasta
junio de 1985, con el Plan Austral, la alternativa democrática había ofrecido
cuatro ventajas a los intereses
patronales: 1) la derrota electoral del Peronismo, 2) la neutralización del
riesgo que algunas de sus organizaciones fueran desplazadas de la actividad
político - empresarial, 3) el reconocimiento por parte del gobierno de la
hegemonía política de la UIA
sobre su viejo adversario CGE -CGI, y 4) el enfrentamiento del gobierno con las
organizaciones de trabajadores con respecto a temer, que como las paritarias o
el control de las obras sociales, son determinantes del poder sindical. A
partir de Junio de 1985, el radicalismo se mostró permeable a las
modificaciones en el modelo de acumulación en una dirección funcional a
interesas empresarios de gran peso: apertura de la economía, privatizaciones,
enfrentamiento con el poder sindical.
Por otra
parte, el peronismo menemista ha profundizado la reacción neoliberal de la
reorganización de la economía.
Dentro de
este cuadro, la burguesía encuentra que las variantes políticas que ofrece la
democracia argentina actual son más funcionales a sus intereses que la
dictadura militar. La apuesta de la burguesía a la estabilidad democrática es
de largo plazo.
El tipo de democracia
que se está consolidando en la
Argentina
Hasta
mediados de la década del '70, la resultante
de los recurrentes ciclos de la lucha por la distribución de bienes
políticos (libertades, derechos laborales, etc.) y materiales entre los
trabajadores y la burguesía, podría ser considerado como un empate. Sin
embargo, con en la dictadura militar, y los gobiernos de Alfonsín y Menem la
balanza se inclinó hacia el segundo sector.
Es el
gobierno de Menem quien logra desempatar la situación a favor del empresariado
en forma contundente.
La apertura
democrática de 1983 significó el corrimiento de la lucha política desde una
tensión autoritarismo / democracia, hacia otra centrada en el tipo de
democracia que asegurase la gobernabilidad y estabilidad. Las democracias
consolidadas pueden ser pensadas en función de tres tipos ideales de organización
del poder y articulación de derechos e interese sociales. Por un lado,
encontramos el tipo "neocorporativo" que basaba la gobernabilidad del
régimen en actores sociales de alta densidad organizativa.
La base de esta democracia es un
intercambio entre los trabajadores organizados, el empresariado y el Estado:
los primeros abandonan demandas radicales a cambio de participación política en
el proceso de toma de decisiones que apunta a aumentar, por un lado,
inversiones/ empleo / salarios por parte de los empresarios y, por el otro, el
Estado garantiza el intercambio entre trabajadores y capitalistas sancionando
aquellos que quiebren acuerdos y desarrollando políticas de bienestar social
(educación, salud, etc.) Este tipo de democracia alcanza la estabilidad política
por el proceso incorporación al orden político-institucional de los grupos
sociales subordinados y, a su vez, la posibilidad de incorporación se sostiene
en la extensión de la distribución de bienes políticos y económicos en la
sociedad. Por orto lado, podemos observar regímenes democráticos cuya
gobernabilidad está basada en la desarticulación de la capacidad contestataria
de los sectores populares. Estas democracias se caracterizan por menores
niveles de distribución de recursos materiales y políticos (extensión de
derechos sociales, etc.)
Actores sociales débiles, alta
concentración de la riqueza son propiedades de un tipo de democracia
"neoliberal” o "fragmentaria”, cuya gobernabilidad está basada en su
capacidad de exclusión política y económica de importantes grupos sociales.
Finalmente, el tercer tipo ideal nos muestra a las élites estatales y a los
grupos sociales dominantes estableciendo una alianza con un sector estratégico
y minoritario de los sectores populares, con el objetivo de excluir a la
mayoría del resto de la sociedad por medio de la desarticulación de su
capacidad de acción colectiva. La estabilidad político - económica en este tipo
de democracia, descansa en una lógica dual del poder estatal (respeto por la
organización de la minoría aliada y desarticulación del resto de lo actores
sociales) y distribución (una distribución más desigual donde los beneficios se
extienden sólo a las minorías aliadas dentro del empresariado y la clase
trabajadora).
Resulta
claro que la tendencia argentina actual es la consolidación de una democracia
excluyente y fragmentaria con repecho a los intereses sociales mayoritarios.
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