sábado, 25 de julio de 2015

Alberdi, Bases

Alberdi, Juan Bautista

 

BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

I. Situación constitucional del Plata

Alberdi sostiene que la victoria de la Confederación Argentina comandada por el general Urquiza contra el ejército de Rosas en 1952 constituye un suceso de tanta magnitud para el país como la revolución de Mayo de 1810. Esto es así en tanto la Batalla de Caseros, si bien no resuelve por sí misma ninguno de los problemas del país, lo que hace es poner a la Argentina en el camino correcto en cuanto a la organización de la sociedad para alcanzar el progreso.
Para el autor, ese camino marca la necesidad de crear un gobierno general luego de 40 años de guerras civiles y una constitución nacional que sirva de guía orientadora de ese gobierno y los sucesivos. Entonces, LA CRACIÓN DE UN GOBIERNOP Y LA SANCIÓN DE UNA CONSTITUCIÓN NACINAL SON LOSPROBLEMAS MÁS URGENTES QUE TIENE QUE ENFRENTAR LA REPÚBLICA ARGENTINA EN 1852.
Consciente de esa necesidad, Alberdi se propone en este libro contribuir a esos fines aportando una serie de propósitos, miras y horizontes hacia donde él cree que tiene que enfocar el país su política.

XII. Falsa posición de las Repúblicas hispanoamericanas. La monarquía no es el medio de salir de ella, sino la República posible antes de la República verdadera

El principal problema que vive el continente americano según el autor es la inexistencia de una República, dado que ésta se ha sancionado por ley de gobierno pero no es una verdad en la práctica, dado que el pueblo no está preparado para organizarse en base a ese método de gobierno superior a su propia capacidad.
Sin embargo, el autor sostiene que la monarquía no es bajo ningún punto de vista un sistema más practicable en estas tierras; es más, la considera una idea ridícula y pobre.
Entonces, la solución propuesta por Alberdi consiste en aceptar un gobierno posible, lo cual significa elevar a los pueblos americanos a la altura de las formas de gobierno que la necesidad impone. Dado que el pueblo no está maduro para la República, entonces hay que hacerlo digo de ella. Para eso, Alberdi entiende que este período de transición y preparación puede ser una buena ocasión para intentar encontrar un gobierno conveniente y adecuado sin salir de la República. El caso chileno constituye para él el modelo a seguir, dado que allí la República “ha encontrado en la energía del poder del Presidente las garantías públicas que la monarquía ofrece al orden y a la paz, sin faltar a la naturaleza del gobierno republicano”. Así, chile ha conseguido una vía política que sin dejar de ser republicana en la forma, contiene elementos monárquicos de fondo.
De este modo, a partir de la educación del pueblo gracias a la “acción civilizante” de Europa a través de la inmigración, a través de una legislación civil, comercial y marítima, por medio de una constitución adecuada a las necesidades de la sociedad la democracia se volverá realidad en nuestro país.

XXII. Idea de la manera práctica de organizar el gobierno mixto que se propone, tomada de los gobiernos federales de Norteamérica, Suiza y Alemania. Cuestión electoral

Partiendo de las experiencias observadas en Estados unidos, Alemania y Suiza, Alberdi propone un mecanismo de gobierno que en la práctica reúna a las dos tendencias que viene disputándose la conducción del país: unitarios y federales.
Así, el objetivo de un gobierno mixto se podría poner en práctica en el poder legislativo a partir de su constitución en dos cámaras: una que representaría a las provincias en su soberanía local, debiendo realizarse una elección en segundo grado a partir de las legislaturas locales y otra que siendo electa por e pueblo de toda la república, representa a ésta en un sentido unitario (es decir, considerando a todas las provincias como parte del mismo Estado). Para ello propone una cámara en donde las provincias sean consideradas iguales (correspondiendo un número igual de representantes por cada provincia) y otra en la que éstas estén desigualmente representadas, según un censo de población. De esta propuesta se sigue que el Congreso Nacional estará formado por dos cámaras que, a su turno, serán el eco de las Provincias y de la nación: un Congreso Nacional federativo y nacional a la vez.
La misma fusión de principios puede darse en la composición del Poder Ejecutivo Nacional: será por origen un gobierno nacional y federativo en cuanto al ejercicio de sus funciones por la limitación que sobre él ejercerán los gobiernos provinciales. Del mismo modo, puede procederse con el Poder Judicial: la promoción de sus miembros está reservada al poder ejecutivo nacional pero de acuerdo a ala cámara o sección legislativa representará a las provincias en su soberanía particular.
En cuanto al sistema electoral, Alberdi recuerda que la Constitución debe observar mecanismos que observen la inteligencia y el bienestar material de los sufragantes, para garantizar “la pureza y acierto del sufragio”. Sin embargo, más adelante suavizará esta expresión aduciendo que eso no significa la exclusión del sufragio universal, toda vez que se aplique el sistema de votación doble o triple.
Por otra parte, recomienda flexibilidad a la hora de poner las condiciones de elegibilidad de los candidatos de acuerdo con la situación de un país escaso de hombres que espera recibir un impulso a partir de la inmigración extranjera (sobre todo europea).




XXV. Continuación del mismo objeto. Extensión relativa de cada uno de los poderes nacionales. Papel y misión del poder ejecutivo en la América del Sud. Ejemplo de Chile

Alberdi no se propone detallar cuáles deberían ser las atribuciones propias y específicas de cada uno de los tres poderes nacionales, pero se permite hacer una observación general acerca de dos cuestiones esenciales que hacen al poder Ejecutivo, a nivel nacional y provincial.
El primer problema es el hecho de que la Revolución que tomó la soberanía depositada en los reyes para depositarla en el pueblo, no ha podido lograr que éstos la deleguen a los gobiernos patrios y les prodiguen el debido respeto.
Mientras Buenos Aires quiso sortear esta cuestión depositando un poder omnipotente en manos de un solo hombre (se refiere aquí al régimen de Rosas); Chile empleó una constitución (en lugar del poder discrecional de un individuo) que redundó en un poder ejecutivo fuerte para hacer respetar  la ley. Por otra parte, añade una serie de ventajas que están implicadas en las facultades especiales otorgadas al presidente, como parte de la flexibilidad necesaria para gobernar. Y dice: “dad al poder ejecutivo todo el poder posible, pero dádselo a través de una Constitución”.
El segundo problema consiste en poner de relieve la importancia de la garantías públicas como responsabilidad del Estado, que fuesen descuidadas a favor de los garantías individuales en épocas de la revolución. En este sentido, la primer garantía pública que el gobierno tiene por delante es la de hacer efectivos el orden constitucional y la paz, sin las cuales es imposible la libertad, las instituciones, la riqueza y el progreso.

XXXIV. Continuación del mismo asunto. Política conveniente para después de dada la Constitución

Alberdi define a la política como al arte de conducir las cosas de manera que se cumplan los fines previstos en constitución.  En este sentido, el autor aclara que las bases y los puntos de vista volcados en este libro para la sanción de una constitución rigen también para el período posterior en que se desarrolle ya el gobierno nacional: los valores son los mismos.
La constitución nacional debe ser expresión de las necesidades modernas del país y de tal forma tiene que ocuparse del comercio, la industria y la economía y menos de a guerra y de la cuestión militar: la paz conviene al desarrollo de las instituciones y la riqueza más que la guerra.
Asimismo, debe promover los tratados de amistad y comercio con el extranjero como garantías del régimen constitucional; pero sin entablar ligas políticas inconducentes. También recomienda mantener buenas relaciones con Europa y Brasil.
Otro consejo consiste en evitar las reformas constitucionales dado que éstas producen crisis públicas y no ayudan a enraizar la confianza en las instituciones. Conservar la Constitución depende en buena medida de hacer uso de la jurisprudencia, esto es, en la interpretación de leyes supremas amplias que no necesiten constante modificación.
También insiste en la actitud poco intervencionista del gobierno como modo de incentivar una dinámica espontánea que crezca sana. Para esto recomienda gobernantes prácticos y juiciosos más que talentosos; que favorezcan el desarrollo de la industria como estímulo económico fundamental.









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