Alberdi, Juan Bautista
BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA
LA ORGANIZACIÓN
POLÍTICA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
I. Situación constitucional
del Plata
Alberdi
sostiene que la victoria de la Confederación Argentina
comandada por el general Urquiza contra el ejército de Rosas en 1952 constituye
un suceso de tanta magnitud para el país como la revolución de Mayo de 1810.
Esto es así en tanto la
Batalla de Caseros, si bien no resuelve por sí misma ninguno
de los problemas del país, lo que hace es poner a la Argentina en el camino
correcto en cuanto a la organización de la sociedad para alcanzar el progreso.
Para
el autor, ese camino marca la necesidad de crear un gobierno general luego de
40 años de guerras civiles y una constitución nacional que sirva de guía orientadora
de ese gobierno y los sucesivos. Entonces, LA CRACIÓN DE UN GOBIERNOP
Y LA SANCIÓN DE
UNA CONSTITUCIÓN NACINAL SON LOSPROBLEMAS MÁS URGENTES QUE TIENE QUE ENFRENTAR LA REPÚBLICA ARGENTINA
EN 1852.
Consciente
de esa necesidad, Alberdi se propone en este libro contribuir a esos fines
aportando una serie de propósitos, miras y horizontes hacia donde él cree que
tiene que enfocar el país su política.
XII. Falsa posición de las
Repúblicas hispanoamericanas. La monarquía no es el medio de salir de ella, sino
la República
posible antes de la
República verdadera
El
principal problema que vive el continente americano según el autor es la
inexistencia de una República, dado que ésta se ha sancionado por ley de
gobierno pero no es una verdad en la práctica, dado que el pueblo no está
preparado para organizarse en base a ese método de gobierno superior a su
propia capacidad.
Sin
embargo, el autor sostiene que la monarquía no es bajo ningún punto de vista un
sistema más practicable en estas tierras; es más, la considera una idea
ridícula y pobre.
Entonces,
la solución propuesta por Alberdi consiste en aceptar un gobierno posible, lo
cual significa elevar a los pueblos americanos a la altura de las formas de
gobierno que la necesidad impone. Dado que el pueblo no está maduro para la República , entonces hay
que hacerlo digo de ella. Para eso, Alberdi entiende que este período de
transición y preparación puede ser una buena ocasión para intentar encontrar un
gobierno conveniente y adecuado sin salir de la República. El caso
chileno constituye para él el modelo a seguir, dado que allí la República “ha encontrado
en la energía del poder del Presidente las garantías públicas que la monarquía
ofrece al orden y a la paz, sin faltar a la naturaleza del gobierno
republicano”. Así, chile ha conseguido una vía política que sin dejar de ser
republicana en la forma, contiene elementos monárquicos de fondo.
De
este modo, a partir de la educación del pueblo gracias a la “acción
civilizante” de Europa a través de la inmigración, a través de una legislación
civil, comercial y marítima, por medio de una constitución adecuada a las
necesidades de la sociedad la democracia se volverá realidad en nuestro país.
XXII. Idea de la manera
práctica de organizar el gobierno mixto que se propone, tomada de los gobiernos
federales de Norteamérica, Suiza y Alemania. Cuestión electoral
Partiendo
de las experiencias observadas en Estados unidos, Alemania y Suiza, Alberdi
propone un mecanismo de gobierno que en la práctica reúna a las dos tendencias que
viene disputándose la conducción del país: unitarios y federales.
Así,
el objetivo de un gobierno mixto se podría poner en práctica en el poder
legislativo a partir de su constitución en dos cámaras: una que representaría a
las provincias en su soberanía local, debiendo realizarse una elección en
segundo grado a partir de las legislaturas locales y otra que siendo electa por
e pueblo de toda la república, representa a ésta en un sentido unitario (es
decir, considerando a todas las provincias como parte del mismo Estado). Para
ello propone una cámara en donde las provincias sean consideradas iguales
(correspondiendo un número igual de representantes por cada provincia) y otra
en la que éstas estén desigualmente representadas, según un censo de población.
De esta propuesta se sigue que el Congreso Nacional estará formado por dos
cámaras que, a su turno, serán el eco de las Provincias y de la nación: un
Congreso Nacional federativo y nacional a la vez.
La
misma fusión de principios puede darse en la composición del Poder Ejecutivo
Nacional: será por origen un gobierno nacional y federativo en cuanto al
ejercicio de sus funciones por la limitación que sobre él ejercerán los
gobiernos provinciales. Del mismo modo, puede procederse con el Poder Judicial:
la promoción de sus miembros está reservada al poder ejecutivo nacional pero de
acuerdo a ala cámara o sección legislativa representará a las provincias en su
soberanía particular.
En
cuanto al sistema electoral, Alberdi recuerda que la Constitución debe
observar mecanismos que observen la inteligencia y el bienestar material de los
sufragantes, para garantizar “la pureza y acierto del sufragio”. Sin embargo,
más adelante suavizará esta expresión aduciendo que eso no significa la
exclusión del sufragio universal, toda vez que se aplique el sistema de
votación doble o triple.
Por
otra parte, recomienda flexibilidad a la hora de poner las condiciones de
elegibilidad de los candidatos de acuerdo con la situación de un país escaso de
hombres que espera recibir un impulso a partir de la inmigración extranjera
(sobre todo europea).
XXV. Continuación del mismo
objeto. Extensión relativa de cada uno de los poderes nacionales. Papel y
misión del poder ejecutivo en la
América del Sud. Ejemplo de Chile
Alberdi
no se propone detallar cuáles deberían ser las atribuciones propias y
específicas de cada uno de los tres poderes nacionales, pero se permite hacer
una observación general acerca de dos cuestiones esenciales que hacen al poder
Ejecutivo, a nivel nacional y provincial.
El
primer problema es el hecho de que la Revolución que tomó la soberanía depositada en
los reyes para depositarla en el pueblo, no ha podido lograr que éstos la
deleguen a los gobiernos patrios y les prodiguen el debido respeto.
Mientras
Buenos Aires quiso sortear esta cuestión depositando un poder omnipotente en
manos de un solo hombre (se refiere aquí al régimen de Rosas); Chile empleó una
constitución (en lugar del poder discrecional de un individuo) que redundó en
un poder ejecutivo fuerte para hacer respetar
la ley. Por otra parte, añade una serie de ventajas que están implicadas
en las facultades especiales otorgadas al presidente, como parte de la
flexibilidad necesaria para gobernar. Y dice: “dad al poder ejecutivo todo el
poder posible, pero dádselo a través de una Constitución”.
El
segundo problema consiste en poner de relieve la importancia de la garantías
públicas como responsabilidad del Estado, que fuesen descuidadas a favor de los
garantías individuales en épocas de la revolución. En este sentido, la primer
garantía pública que el gobierno tiene por delante es la de hacer efectivos el
orden constitucional y la paz, sin las cuales es imposible la libertad, las
instituciones, la riqueza y el progreso.
XXXIV. Continuación del
mismo asunto. Política conveniente para después de dada la Constitución
Alberdi
define a la política como al arte de conducir las cosas de manera que se
cumplan los fines previstos en constitución.
En este sentido, el autor aclara que las bases y los puntos de vista volcados
en este libro para la sanción de una constitución rigen también para el período
posterior en que se desarrolle ya el gobierno nacional: los valores son los
mismos.
La
constitución nacional debe ser expresión de las necesidades modernas del país y
de tal forma tiene que ocuparse del comercio, la industria y la economía y
menos de a guerra y de la cuestión militar: la paz conviene al desarrollo de
las instituciones y la riqueza más que la guerra.
Asimismo,
debe promover los tratados de amistad y comercio con el extranjero como
garantías del régimen constitucional; pero sin entablar ligas políticas
inconducentes. También recomienda mantener buenas relaciones con Europa y
Brasil.
Otro
consejo consiste en evitar las reformas constitucionales dado que éstas
producen crisis públicas y no ayudan a enraizar la confianza en las
instituciones. Conservar la
Constitución depende en buena medida de hacer uso de la
jurisprudencia, esto es, en la interpretación de leyes supremas amplias que no
necesiten constante modificación.
También
insiste en la actitud poco intervencionista del gobierno como modo de
incentivar una dinámica espontánea que crezca sana. Para esto recomienda
gobernantes prácticos y juiciosos más que talentosos; que favorezcan el
desarrollo de la industria como estímulo económico fundamental.
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